Ha pasado el tiempo y el nuevo muro está empezando a convertirse en viejo y sigue sin cumplir con la función para la que estaba destinado un proyecto largamente reclamado

Nos hallábamos desconcertados al comprobar que la presa de Casares era incapaz de mantener un flujo de agua suficiente para que el río Bernesga a su paso por la ciudad de León dejase de parecer una cloaca durante todos los veranos, situación que se convertía en insalubre y nauseabunda cuando todos nuestros detritus orgánicos, químicos y de toda índole perfumaban intensísimamente todo su cauce a partir de los colectores de su zona baja hasta su desembocadura en el Esla, al que también infectaban. Muchos años se necesitaron para que una depuradora real se encargase de un menester imposible de demorar que, efectivamente, reconvirtiese el agua en algo parecido a su origen, aunque su color y olor aún no convencen de la efectividad de su limpieza. Su construcción no se hizo sólo por devoción cívica, ni por beneficiar a los demás usuarios del agua, ni por su sanidad, sino por obligaciones contraídas con Europa, quien nos ayudaba económicamente para muchas obras nacionales, exigiéndonos también un poco de limpieza física y mental de nuestras aguas. Hasta aquí sólo casi solucionado el capítulo de la depuración de la ciudad de León, que ya olía.

Se acondicionaron relativamente las orillas, dragando el cauce y vistiéndolo para celebrar su mayoría de edad, teniendo en cuenta que próximamente tendría el caudal suficiente para despedir definitivamente a los grandes charcos y lagunas en que se convertía todos los veranos, a veces desde finales del mes de Junio e incluso antes. Entonces ya se estaba construyendo el segundo muro de la presa en Casares que, esta vez sí, daría suficiente avenida de agua para proporcionar a la población y a su ciudad un caudal ecológico adecuado, que redundaría en beneficio de todos.

El citado muro de presa se construyó por fin, y quedó solo a la espera de que las aguas fueran embalsadas y subieran de nivel hasta su máxima cota. Ha pasado el tiempo y el nuevo muro está empezando a convertirse en viejo y sigue sin cumplir con la función para la que estaba destinado. Hace tiempo que circuló por los mentideros la correspondiente disculpa, según la cual existía el peligro de filtraciones en cierta zona del mismo, siendo necesario inyectar y fortalecer la zona afectada (?). Sin embargo, lo que sí parece cierto es que existe un tendido eléctrico que atraviesa por encima del agua y que estorba por su peligrosidad para poder actuar embalsando hasta el límite que la nueva presa alcanzaría, bien sea por la cercanía de los cables de alta tensión al nuevo nivel del agua o por la inundación de la base de alguna de sus torretas, lo que obligaría a la empresa eléctrica a elevar o cambiar alguna de las bases de su tendido, o bien a dejar completamente inútil la nueva presa, embalsando solamente hasta el nivel del antiguo muro, como parece que se está haciendo hasta ahora. Se habla de un litigio pendiente entre empresa eléctrica y organismo responsable de la construcción del muro, que se alarga indefinidamente sin que llegue a verse el final del problema. Nos hemos desplazado hasta el lugar del conflicto y, efectivamente, no se observa más inconveniente que el descrito sobre las torretas eléctricas, y el embalse con agua hasta el antiguo muro, quedando todos los metros de elevación del nuevo al descubierto, resecándose al sol. A simple vista todo se halla estático, nada se mueve que pueda favorecer la solución del conflicto, ni materiales, ni grúas o máquinas preparadas para ello. Tampoco se ven restos de la nueva construcción, que ostenta impávida la pureza de los metros ampliados recibiendo de plano los rayos solares, a la espera de refrescar su estructura con agua clara y profunda.

Demasiados inconvenientes

Ahora cabe preguntarse si cuando se proyectó esta ampliación se tuvieron en cuenta todos los inconvenientes que podrían surgir, y si se acordó con la empresa eléctrica el movimiento de las torres para poner a pleno rendimiento el embalse. Entonces, ¿por qué no se lleva a efecto? ¿O es que no hubo ningún acuerdo previo sobre ello, lo que supondría una declaración de ignorancia supina por parte de los ingenieros o directivos de las empresas intervinientes en el proyecto? Y si lo hubo, como parece lo más lógico ¿qué intereses influyen o qué perjuicios se aluden para frenar esta ejecución durante tanto tiempo, perjudicando notoriamente las previsiones de caudal de este río, destinadas en parte a la reconversión del Bernesga, que beneficiaría la salubridad de todas las poblaciones de su ribera, desde Pola de Gordón hasta su desembocadura en el Esla, pasando por La Robla, León, etcétera? ¿Existe algún organismo (Medio Ambiente, Confederación Hidrográfica, Junta de Castilla y León) o alguna empresa eléctrica (Iberdrola) que tenga la obligación de informar a la opinión pública, en qué estado se hallan las negociaciones (si es que las hay) y cual es la situación real de esta interminable demora? ¿Hasta cuándo la coordinación entre organismos que no haga que se dupliquen o tripliquen los trámites burocráticos para una misma obra, repoblación, etcétera?

Estamos nuevamente en verano y otra vez nos hemos quedado casi secos, porque el agua que le queda al río la absorbe la presa que arranca en Campo de Santibáñez y pasa por Carbajal, que parece ser que tenía como misión suministrar agua al molino anejo, cerrado desde hace muchos años, y después continúa atravesando pueblos como Azadinos, Villabalter, San Andrés, etcétera y que parece que también servía a las desaparecidas instalaciones de la azucarera en la carretera de Zamora, hoy avenida de Antibióticos, para continuar por otros pueblos de la ribera baja antes de volver a desaguar en el Bernesga. Otra vez los puertos y charcones de la ciudad se quedan casi extáticos, esperando el reposo del lodo y la caída de toda clase de desperdicios que produce el entorno. Poco a poco los fondos se van cubriendo de verdín ocultando hasta las piedras en los lugares más reposados. Los regueros en que se han convertido las corrientes solo cumplen la función de mantener el nivel de las aguas paradas, que de otro modo terminarían evaporadas y calcinados sus fondos y sus habitantes, y ayudar a que los cardúmenes de barbos, bogas, gobios y bermejuelas, que abundan en este río, no se extingan de repente, y lo vayan haciendo paulatinamente hasta la llegada de las nuevas lluvias del otoño, que salvarán a los pocos peces supervivientes de todas las tragedias veraniegas, que todavía se ven soportando el agua turbia y polucionada.

La diferencia estaría en que se podría mantener un caudal realmente ecológico, eliminando mucha insalubridad y redundando siempre en beneficio de todos, pues los habitantes del río se mantendrían sin tantas dificultades, dándose el caso de que la zona truchera se ampliaría probablemente algunos kilómetros, pudiendo llegar incluso a la ciudad de León, como ha ocurrido con casi todos los ríos controlados por pantanos, menos el Esla.